La necesidad de la expresión escrita del ser humano no es algo reciente, se dejo ver desde hace miles de años, cuando en el interior de la cavernas se descubrieron gráficos con una gran significado para quienes los plasmaron en esa paredes rocosas. Un gran salto en la evolución del hombre se dio al vincular sus pensamientos con símbolos materiales. La actividad gráfica puede entenderse entonces como una extensión de las facultades cognitivas del ser humano. Con esas imágenes, dibujos, formas el hombre quería decir algo y necesitaba decirlo por escrito.
Durante la época del Renacimiento muchas personas tomaron el hábito de escribir diarios personales, cartas de amor, experiencias reales o imaginarias.
En las últimas décadas, distintos estudios científicos destacan el valor de la escritura como herramienta terapéutica porque cuando se escribe se "descubre" un "algo" que nos da bienestar. Los expertos han comprobado que las personas que escriben acerca de sus experiencias más dolorosas no sólo se sienten mejor, sino que visitan al doctor con menos frecuencia e incluso tienen respuestas inmunológicas más fuertes. Escribir en primera persona parece ser el acto más puro de la escritura terapéutica.
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