Ponerse en los zapatos del otro, sentir su sufrimiento, su soledad y tristeza es algo que se va perdiendo porque nos hemos vuelto muy individualistas, nuestra mirada se limita a atender los mensajes del móvil, el juego nuevo que compramos o bajamos de la red; nos ensimismamos en la conversación que entablamos por medio de las redes sociales o simplemente nos ponemos los audífonos, cerramos los ojos y nos desconectamos del entorno. Pues bien, el que próximamente estaremos celebrando la navidad y fin de año nos lleva a reflexionar acerca de todo esto; de lo que hicimos y lo qué dejamos de hacer; de si trabajamos y dimos lo mejor; en la familia hubo momentos de verdadera convivencia y que tal con la pareja, nos acercamos más en este año o se presentaron obstáculos que nos alejaron.
Escuchamos al que deseaba desahogarse, tomamos la mano de quien necesitaba ayuda; dimos una palmada o abrazo en señal de apoyo. Acaso nos compadecimos del que teníamos cerca, sentimos su dolor, actuamos con honestidad; en fin tanto que en que meditar. Por lo pronto te compartimos este escrito que nos pareció muy oportuno para estas fechas; en éste se muestra la piedad y que pese a las adversidades cuando hay esperanza y motivación se pueden lograr grandes cosas; de antemano le agradezco a Marco Antonio Rivera por enviarnos sus experiencias. El relato es extenso por lo que decidimos dividirlo en varias partes, esperamos que deje algo en ti.
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