Llegó al momento que ocurre entre hoy y ayer y mañana: su cuerpo. Gritó un grito de siete mares en una botella de alchólico. Escribió en la pared de la bodeguita del medio su nombre. Ese fue el error. Una vez que se escribe el nombre, no queda más vida por hacer. La escritura es un cotinuo ir-escribiendo-te. De ahí la belleza de las mil y una noches. La vida depende de los cuentos que cuentes. Cuando acabas de contar, acabas. Colaboración de:Camila Dumit |