¡Oh! niña de mis sueños, tan pálida y hermosa como los lirios blancos que besa el Atoyac; tú la de mis recuerdos imagen luminosa, el ángel cuyas alas. tocáronme al pasar; perdona, dulce niña, perdona si mi acento temblando, de mi alma levántase, hasta ti; pero tu bella imagen está en mi pensamiento no sé ya desde cuándo... quizá desque te vi,Desde que vi tus ojos, tus ojos de querube, tus ojos en que el alma se abrasa de pasión; y desde aquel instante otra ilusión no tuve que darte con mi vida; mi altivo, corazón. Si apenas te conozco ¿Por qué te quiero tanto? ¿por qué mis, ojos ávidos te buscan sin cesar? ¿por qué en el alma siento, tan tétrico quebranto! cuando tu rostro de ángel no puedo contemplar? ¿Por qué sueño contigo y en, ti, tan sólo pienso? ¿por qué tan dulce nombre me llena de emoción? ¿por qué se abrasa mi alma en este amor inmenso, si apenas te conozco, mujer de bendición? No estás ante mis ojos y por doquier te miro; conmigo, va tu sombra por dondequier que voy. Escucho tu pisada, recojo tu suspiro, y velas a mi lado, cuando, dormido estoy. ¿No sabes tú, no sabes, mujer, que te amo tanto cuanto, sobre la tierra el hombre puede amar? ¿Que diera mi existencia por enjugar tu llanto, que diera... hasta mi alma, tus plantas por besar? Y si tuviera un mundo, un mundo te daría; y si tuviera un cielo, lo diera yo también, porque me amaras tanto, mitad del alma mía, que alguna vez sintiera tus labios en mi sien... No sientes cuando cierra tus ojos celestiales el ángel de los sueños con su ala sin color, no sientes que mi alma sobre tus labios rojos derrama un mar de besos con infinito amor...? Sé, niña, del poeta la inspiración bendita, la virgen de mis sueños, la fe del corazón; sé mi ángel, sé mi estrella, la luz que necesita mi espíritu sediento de amor y de ilusión. Extiende cariñosa sobre mi sien tu velo; bajo tus alas blancas de ti camino en pos, tu luminosa huella me llevará hasta el cielo: te seguiré, mi ángel, para llegar a Dios. Manuel M. Flores |