Está ahí. Silencioso y vigilante. Observando con sus mil ojos todo a su alrededor. Es el gran espejo con dos siglos de existencia. Que perteneció a mi abuelo Antonio. Ahora descansa en una pared de mi casa, viendo pasar el tiempo. Repite las imágenes como las ha repetido por siete mil días, incansablemente. El ha visto frente a su cara el paso de varias generaciones nuestras. Generaciones que vio nacer, crecer, morir. Este viejo espejo ha sido testigo que de alegrías y triunfos, de derrotas y pesadumbres, todo pasando por su sangre de mercurio. Pienso si en su profundidad interminable, guarda escenas de su historia, de nuestra historia. Quisiera que fuera como un espejo mágico que revela sus añejos secretos. ... Colaboración de:Homero Gonzalez de la Garza |