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Doce reglas de oro para la vida en pareja

12 reglas de oro para la vida en pareja

Por experiencia propia puedo decir que mantener una buena relación de pareja a lo largo del tiempo es todo un reto. Conservar la llama encendida con el paso de los años requiere indudablemente del esfuerzo de ambos y a veces cuando la relación se atora por motivos diversos, se hace necesaria la orientación de un especialista en el tema.

Hablando de la vida en pareja y qué puntos atender para que esté lo más sana posible, me encontré con este escrito donde un experto en las relaciones de dos nos da 12 valiosas reglas que atender. Y dice así:

El camino del amor en pareja tiene muchos baches y cada pareja también. Ese es el territorio que mejor conoce el psicólogo Joan Garriga tras más de diez años trabajando con parejas y ayudándolas a conseguir una relación más sana y consciente.

En su nuevo libro "El buen amor en la pareja" se adentra precisamente en los recovecos del buen amor, un amor que se reconoce "porque en él somos exactamente como somos y dejamos que el otro sea exactamente como es".

Como epílogo a ese libro del buen amor, que habla de las diferentes formas que existen de ser pareja y de encontrar la propia fórmula, la que a cada uno le haga feliz, de estar con alguien, nos ofrece las doce reglas de oro para vivir hoy en pareja:

sin ti me iría bien y mejor contigo

1. Sin ti también me iría bien: somos dos adultos que nos sostenemos sobre nuestros propios pies, no dos niños buscando a sus padres. Sin ti también me iría bien, pero me alegra el corazón que sea contigo y que estemos juntos.

2. Te quiero por ti mismo... y a pesar de ti mismo: es un regalo enorme amar las sombras del otro, su ego, sus dificultades y ser compasivos con ello, porque eso significa que somos capaces de reconocer al otro miembro de la relación en su realidad más sombreada. La pareja es un campo de crecimiento en el que se van limando las asperezas del ego gracias a que el amor compartido es capaz de soportarlas.

3. Siento el deseo espontáneo de que seas feliz: la pareja no está pensada para darnos la felicidad, aunque si sabemos conjugar todas sus dimensiones experimentamos algo que se acerca a la dicha. Sentimos que pertenecemos a algo, que hemos creado una intimidad, un vínculo, y que construimos caminos de vida.

4. Me preparo para ser pareja: el exceso de «yo» y de individualidad por encima del sentido del «nosotros» nos expone a más y más soledad e incertidumbre. Si quieres tener pareja, trabaja en tu interior para encontrar tu propio tono y manera para ser compañero o compañera, y lo demás se te dará por añadidura.

la pareja es una relación de igualdad

5. Dame lo que me mantiene en el mismo rango que tú: la pareja es una relación de igualdad en la que hay que procurar que haya un intercambio de equilibro y justicia para preservar la paridad de rango. Dar mucho puede generar en el otro un sentimiento de deuda y empequeñecerlo. Mejor dar lo que el otro puede devolver de alguna manera, puesto que con el intercambio fértil crece la felicidad.

6. Dame lo que tienes y eres y yo puedo compensar sin perder mí dignidad: cuando alguien en una relación lo pide todo del otro, debemos sospechar dos cosas: la primera, que esa persona es un niño y, la segunda, que esa persona sin duda no va a tomar y apreciar lo que se le da, porque está anclada en un guión de insatisfacción que se nutre de demanda, la cual, aunque sea atendida, no satisface. Mejor el intercambio positivo y gratificante al negativo e hiriente.

7. Ojalá sea fácil: algunas relaciones discurren con fluidez y facilidad. Son el resultado del encuentro de dos naturalezas que armonizan sin grandes desencajes. Otras veces, todo es difícil, a pesar del amor. Cuando una relación es intensa y emocional, a menudo llega a ser desvitalizante. De hecho, las grandes turbulencias emocionales y los juegos psicológicos desgastantes y fatales tienen que ver con reminiscencias de heridas infantiles y viejos anhelos no colmados.

8. Cooperamos los dos:demasiados siglos de lucha y sufrimiento entre hombres y mujeres nos convocan a una reconciliación:es maravilloso cuando en la pareja ambos sienten de verdad, de corazón, que no hay mejor ni peor y que caminan juntos. No uno por arriba y otro por abajo, no uno por delante y otro por detrás sino los dos a la par. Son compañeros, amigos, hermanos, amantes y socios. En lo más profundo las mujeres se suelen sentir mejores que los hombres (según mis estadísticas), pero las más inteligentes se encargan de que sus parejas no lo noten.

la alegría y el dolor en la pareja

9. Reímos y lloramos juntos y juntos nos abrimos a la alegría y el dolor: las parejas enfrentan en su proceso vital asuntos que en algún momento duelen: hijos que no vienen, abortos, muertes o enfermedades de seres queridos, vaivenes económicos y existenciales. Son asuntos que ponen a prueba la capacidad de aguante de la pareja y que o bien la fortalecen o bien la derrumban y ponen en ella resentimientos y millas de distancia.

10. Que dure lo que dure: entrar en el amor de pareja significa también hacerse candidato al dolor de un posible final. Cuando no hay un contrato institucional de por medio, tenemos una oportunidad de crear a la pareja cada día, a nuestra manera, y de vivir lo que nos permite. Si llega el final, aprendemos el lenguaje del dolor, la ligereza y el desapego, para luego volver de nuevo al carril del amor y de la vida.

11. Primero nosotros, antes que nuestras familias de origen y que nuestros hijos en común: que la pareja que se ha creado (que puede incluir a hijos de anteriores relaciones) tenga prioridad frente a parejas anteriores o frente a las familias de origen. Algunas personas dan más importancia a los hijos en común que a los anteriores, lo cual acaba creando malestar en todos. Al mismo tiempo, una pareja posterior debe saber que tiene más posibilidades de ocupar un buen lugar si asume que los hijos de su pareja estaban antes y respeta su prioridad.

12. Cada día te veo y te reconozco de nuevo: algunas parejas no se relacionan con la persona que tienen al lado, sino con las imágenes interiores que se han ido formando de esa persona a lo largo del tiempo. Viven en el pasado y se olvidan de actualizarse cada día. Para evitarlo, ayuda, y mucho, abrir la percepción a cada instante nuevo y no dar a la otra persona por supuesta. El otro se ilumina cuando le reconocemos y le descubrimos como nuevo, y de este modo también nosotros nos volvemos nuevos y jóvenes.

Fuente:

abc padres e hijos.


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