"Es una herramienta para el corazón. Y cuando le tocas el corazón a alguien eso no tiene límites. Si yo mismo lo digo, es lo máximo. Es un reproductor de música" Con esta frase, Steve Jobs hace la presentación del i-Pod. ¡Es una herramienta para el corazón!
Algunas de las personas que lo conocieron afirman que a Jobs le costaba mucho trabajo relacionarse con la gente, y por ello estaba obsesionado con relacionarse con la tecnología; la tecnología era su tesoro y ahí estaba su corazón. Algunas de esas personas afirman que esa era la intención de Jobs, su herencia, su legado: Que la gente fuera como él, que le costara trabajo relacionarse entre sí y que por ello pusiera su tesoro en sus dispositivos, y que pudieran llevar ese tesoro a todos lados. Hace unos meses me toco ver una escena muy desagradable: Mi hermano tomó el celular de su hija que estaba sobre la mesa. En ese momento mi sobrina pegó un brinco de la silla para arrebatarle el teléfono de las manos, y lo peor, es que lo vió con una mirada de ira, de enojo muy fuerte. El corazón de los hijos ha pasado de los padres hacía su celular, el corazón de los hijos les ha sido arrebatado a los padres y transferido a estos dispositivos. Y también en sentido contrario Es verdad que hasta cierta medida podría considerarse un celular como un diario personal, por la música, comentarios, fotos. Pero, ¿hasta qué punto lo central del celo en la custodia del celular sea por otro tipo de contenidos? La gente necesitamos y tenemos derecho a cierta privacidad, a guardarnos cosas, perlas, tesoros únicamente para nosotros. Pero cuando todo se convierte en privado, cuando todo es secreto, cuando se pierde el amor y surge la ira a los padres o a los hijos por un dispositivo, es que se han cruzado fronteras muy fuertes.
Si los amantes de las conspiraciones afirman que el objetivo de Jobs era hacernos como él, ese objetivo estaría cumplido. Su herramienta para el corazón le ha robado el corazón y el amor a la sociedad.
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