El matrimonio no es para todos, cierto; porque no todos tienen el "coraje" para enfretar semejante compromiso.
Para aquellos que ya tienen tiempo de casados, a los que recién lo han hecho y los que se preparan para el matrimonio hay tres palabras claves que se encargarán de cuidarlo y fortalecerlo. Aquellos que deciden casarse son los que tienen coraje porque no es fácil formar una familia, no es fácil comprometer la vida para siempre. A veces me preguntan cómo hacer para que la familia vaya siempre adelante y supere las dificultades. Yo les sugiero que practiquen siempre tres palabras que expresan tres actitudes que los pueden ayudar a vivir la vida del matrimonio, el cual no se escapa de las dificultades. El matrimonio es algo tan lindo, tan hermoso, que tenemos que cuidarlo porque es para siempre y las tres palabras son:
1.- Permiso (comunicación): Siempre preguntar al cónyuge, la mujer al marido y el marido a la mujer: ¿Qué te parece, te parece que hagamos esto? Nunca atropellar. Recordemos que ahora somos uno solo sin que se pierda la individualidad; las decisiones que tomemos forzosamente afectarán al otro y en general a la familia. Ya no se trata de lo que yo quiero, interesa, conviene y gusta; pensemos en plural, pensemos en pareja, en familia.
2- Ser agradecidos: Agradecerse mutuamente porque en el sacramento del matrimonio se lo confieren los esposos, el uno al otro. Y esta relación sacramental se mantiene con este sentimiento. Dentro del matrimonio cada uno desempeña una función que desde luego se comparte con el otro; ahora ambos trabajamos pero ambos también cuidamos de nuestros hijos, atendemos nuestro hogar; y aunque es algo que debemos hacer por el bien de todos nunca estará demás ese "gracias" por salir a trabajar todos los días, por cuidar de nuetros hijos, por cocinar para nuestra familia, etc.
3.- Perdón: Es una palabra muy difícil de pronunciar. En el matrimonio, ambos siempre tendrán alguna equivocación. Saber reconocerla y pedir disculpas hace mucho bien. En la vida matrimonial hay problemas o discusiones. Es habitual y sucede que el esposo y la esposa discuten, alcen la voz, se peleen y hasta a veces vuelen los platos, pero no se asusten cuando sucede esto, les doy un consejo, nunca terminen el día sin hacer la paz. ¿Y saben por qué? Porque la guerra fría al día siguiente es muy peligrosa. "¿Y como tengo que hacer Padre, para hacer la paz? Puede preguntar alguno de ustedes. No hace falta un discurso, basta un gesto, y se acabó. Cuando hay amor un gesto arregla todo".
Fuente: Palabras del Papa Francisco a los matrimonios en Cracovia. |